Los viernes con lluvia tienen desde que soy niño, un poder mágico. Se que termina la semana y disfruto mas de mi hogar. Escucho los autos pasar y ese característico ruido a calle mojada. Me preparo alguna infusión caliente y miro por la ventana horas enteras. Quedo inmerso en un estado de soledad y el tiempo se detiene.
La música se vuelve de alguna manera misteriosa lenta. Cada nota flota colorida y le hace frente al gris que quiere entrar desde afuera y me divierto siguiendo con mis ojos de invierno esa danza.


Los días van pasando de manera agradable, una noche puede durar mas que tres años y estar llena de aventuras.
Miro un poco hacia el horizonte y ya no analizo que habrá mas allá.
Oscilo entre alegrías, tristeza e inspiración y descubro que eso es combustible para seguir.
Que lindo que es vivir si se aprende como, si se acepta lo que nos toco en gracia.