Uno de esos domingos por la madrugada... Uno de esos días en que absolutamente nada es mas importante que esto, que es la nada misma...
Disfruté el momento porque sabia que era efímero... Ojala se estire un poco mas y esta tristeza de invierno no me invada una vez mas... Ojala la música no me lastime tanto el alma y sin embargo me la acaricie de manera tierna...

Mañana voy a despertarme convencido de que el sol de invierno también calienta y llena de energías y sabiendo que para que eso pase tengo que apuntar mi cara mas tiempo a el y haré de una plaza mi amiga...



Siempre fue esperar y ver.
Un día feliz y después a pagar
Y sentirme para la mierda la mañana siguiente.
Pero ahora siento que he cambiado y en vez de caerme
sigo de pie la mañana siguiente...
Las situaciones se fueron al carajo pero van a cambiar tarde o temprano
y puedo ser otro tonto o la excepción a la regla.
Decimelo la mañana siguiente...

Se disfrutar el calor y aprendí con los años a amar el frió. Todo esto me hace caer en la cuenta de que lo que verdaderamente adquirí fueron unas ganas hermosas de vivir, de disfrutar las estaciones, los días.. Aun cuando no pasa nada... Aun cuando los planes se truncan... Siempre hay un libro, cafe, siempre hay cigarrillos, siempre hay algo abrigado que ponerse.
Seguramente en 1893 pasaron muchas cosas en ese lugar, seguro mañana pasen muchas cosas en este lugar y estoy convencido de que los días que sigan van a traer mas y mas pequeñas aventuras cotidianas... Pero para que pensar tan largo...


Con la vista clavada en el horizonte, con el corazón bombeando sangre a mis piernas voy hacia el futuro, brillante, intenso y lleno de colores.
En los bolsillos solo llevo cosas de un valor especial que no se pueden empeñar.
En mi espalda a modo de mochila llevo las estaciones, que como catalizadores van activando cada uno de mis estados de animo.
Y no voy envejeciendo, no me voy cansando. No paro y quiero que este viaje sea interminable...

Pic: Jesi Starinieri